Si las relaciones sentimentales son inevitablemente complicadas, las parejas que superan la distancia deberían tener menciones honoríficas. Aquellos que las sufren harán de Skype su mejor aliado e intentarán llevar la soledad de la manera más digna. Pero… ¿qué pasaría si la tecnología nos permitiese ir un paso más allá? El resultado sería sin duda lo que ha creado la estudiante de ingeniería Emma Yann Zhang: una funda que se conecta al teléfono, con una almohadilla de plástico en la parte inferior de la pantalla para dar besos profilácticos mientras hablamos. A primera vista parece la antítesis del morbo, pero dicen que la sensación de besar es bastante similar. Ya saben, con un poco de imaginación, no se consuela quien no quiere.
Howard Wolowitz, el protagonista de Big Bang Theory, ya habló de ello en uno de los capítulos de la serie para afrontar su abstinencia sexual: dos bocas con terminaciones nerviosas que le permitían desfogarse a gusto. Y ahora se hace realidad en un gadget para móviles.
El de Yann no es el único ejemplo descabellado. En 2014, Durex, marca líder de preservativos, pretendía revolucionar el mercado con Fundawear, un prototipo de ropa interior con sensores de vibración. Su intención no era sustituir al tacto real, solo llenar el vacío a golpe de estímulo.
Otro caso más inocente es el de Tomoki Hakeshashi, que se centró en el trauma de dormir solo. Cuenta que su abuela siempre le decía que no había almohada más cómoda que la humana, así que en 2003 diseñó un cojín al que agarrarse con fuerza y esperanza, literalmente. Boyfriend arm pillow tenía la consistencia y forma de medio hombre, e incluso incorporaba dos camisas intercambiables. Quizá la soledad es el estigma del nuevo siglo porque en Internet este tipo de almohadones ya se venden al por mayor. ¿Será éste el futuro sexual de los millenials? Quién sabe.
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